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Federico Moura y Virus: La revolución del hedonismo y la libertad en el rock argentino de los 80

En la antesala del aniversario de su fallecimiento en diciembre, resulta un momento propicio para reflexionar sobre su impacto cultural y su papel revolucionario en la escena musical que sigue inspirando generaciones.

Federico Moura

Bandas contemporáneas como Los Redondos y Sumo mantenían una estética cruda y directa, con letras urbanas y críticas que abordaban temas sociales desde una perspectiva combativa. En contraste, Virus, liderada por Federico Moura, se destacaba por su propuesta única: una mezcla de sensualidad y hedonismo que, sin dejar de ser subversiva, se diferenciaba completamente en su enfoque.

Con un estilo refinado, invitaba al público a bailar y disfrutar, reivindicando el goce como un acto de resistencia y libertad. Las letras exploraban temas de deseo y emancipación, creando una identidad escénica y musical que rompía con los cánones del rock argentino de la época.

Una voz característica: susurros y sensualidad

Federico Moura se destacaba por su particular estilo vocal: una voz suave, a menudo susurrante y, en ciertos momentos, intensa y poderosa, que convocaba al oyente a una experiencia íntima. Este estilo permitía a Moura explorar una masculinidad escénica distinta, desafiando los estándares de género de la época. Su enfoque contrastaba con la dureza vocal característica de otros músicos argentinos, utilizando su voz como un vehículo para celebrar la sensualidad y el hedonismo.

Durante los shows, combinaba esta expresividad vocal con una estética corporal fluida, moviéndose de forma suave y expresiva. Esto rompía con la rigidez de la masculinidad dominante y convertía el cuerpo en un símbolo de libertad.

La discoteca y el baile como resistencia

Moura, inspirado por figuras como David Bowie, quien también rompía barreras de género y estilo, desarrolló una identidad abierta y libre de prejuicios. Así, Virus ofrecía una propuesta que, aunque pudiera parecer superficial, contenía una crítica implícita a las normas culturales y restricciones de la época.

Musicalmente, Virus se alineaba con el sonido new wave, utilizando sintetizadores, guitarras rítmicas y bajos marcados que aportaban una estructura bailable a sus canciones. Los sintetizadores, operados por Julio Moura y Enrique Mugetti, se convirtieron en una firma de la banda, creando texturas electrónicas que complementaban el pop y el funk. A diferencia de otras bandas de rock argentino, las guitarras en Virus no buscaban protagonismo con solos extensos, sino que contribuían con riffs pegadizos y precisos arreglos rítmicos, armonizando con el conjunto.

Superficies de placer: la portada y el mensaje

En 1987, Virus lanzó Superficies de placer, un disco que rompió moldes en lo musical y en lo visual. La portada del álbum, que mostraba una imagen de dos nalgas, fue una propuesta provocadora y cargada de un erotismo explícito, desafiando las normas estéticas y morales de la época. Esta imagen se convirtió en un manifiesto visual de la banda, enfatizando su intención de cuestionar los límites sociales de lo aceptable.

El título del álbum sugería una exploración del placer y lo corporal de forma directa, en un guiño que rompía con los tabúes y normativas de la sociedad. En lugar de abordar temas de dolor, tristeza o denuncia explícita, Virus proponía una inmersión en el hedonismo y el disfrute, reafirmando su visión de “superficialidad” como una forma válida y potente de libertad.

Esta portada y título representaban una postura atrevida en un contexto donde el rock aún cargaba con expectativas de seriedad y compromiso político. La “superficie de placer” no solo aludía al cuerpo como fuente de disfrute, sino que también se configuraba como una metáfora del goce sin culpa alguna y del placer como fin en sí mismo, en clara contraposición a la solemnidad que caracterizaban a otros exponentes del rock nacional contemporáneos a la banda.

Líricas de amor, deseo y crítica sutil

Las letras, cargadas de ambigüedad y sensualidad, abordaban temas de amor y deseo de una manera novedosa. Canciones como Pronta entrega y El probador exploraban el erotismo y el placer sin tabúes, alejándose de la visión romántica trágica o dolorosa. En lugar de hablar de resistencia o enfrentamiento celebraba el amor libre y el cuerpo como fuentes de vida intensa.


La canción Wadu Wadu representa una ruptura con la solemnidad y contenido explícito del rock nacional de su época. A través de letras aparentemente absurdas y ritmos pegadizos, la banda transmite una rebeldía basada en el hedonismo y la autoexpresión. Una luna de miel en la mano utiliza metáforas para expresar la soledad y alienación como consecuencia de la Guerra de Malvinas. Con una ironía sutil, la canción expresa el desencanto frente a las promesas de la dictadura. La letra plantea la frustración de un amor idealizado o inalcanzable, simbolizando el vacío emocional y el aislamiento de la posguerra.

La “superficialidad” como respuesta política

Virus es una banda profundamente política. Transformó la escena musical con una propuesta política que rompía con los lenguajes convencionales de protesta. Al situar el placer y la libertad del cuerpo en el centro de su mensaje, Moura y su banda no solo desafiaron el contexto represivo de la época, sino que redefinieron los límites de lo que significa resistir. Este enfoque, más allá de ser una alternativa estética, fue una invitación a concebir la libertad desde el disfrute, dejando un legado que aún resuena como una forma distinta y potente de subversión.

Carolina Loj.