Figura icónica del cine y pionera de la tecnología moderna, Hedy Lamarr trascendió su rol en Hollywood al desarrollar un sistema de comunicaciones que décadas después se convertiría en la base del Wi-Fi, GPS y Bluetooth. Sin embargo, su legado científico fue ignorado en su tiempo, relegado por los estereotipos de género y el contexto cultural.
El 9 de noviembre de 1914 nacía en Viena Hedy Lamarr, una mujer cuya vida y obra encapsulan las tensiones entre talento científico y los límites sociales impuestos por su tiempo. Conocida por su trayectoria en Hollywood, Lamarr destacó no solo por su desempeño en el cine, sino también por sus contribuciones a la tecnología de la comunicación. En plena Segunda Guerra Mundial, desarrolló junto al compositor George Antheil un sistema de «salto de frecuencia» que permitía proteger las señales de radio de la interferencia enemiga. Esta invención sentó las bases de las telecomunicaciones modernas, aunque no fue reconocida en su época.
El Salto de Frecuencia y la Invisibilidad Científica
En 1942, Hedy Lamarr y George Antheil patentaron un sistema de comunicación que funcionaba a través del salto constante de frecuencias en las transmisiones de radio, lo que impedía su interceptación. Inspirado en los rollos perforados de las pianolas, este sistema buscaba impedir que las bombas teledirigidas de los Aliados fueran detectadas por las fuerzas enemigas. A pesar del potencial de esta tecnología, la Marina de los Estados Unidos rechazó el invento, calificándolo de «poco práctico”.
Algunos estudios sugieren que la imagen pública de Lamarr como actriz y su condición de mujer pudieron influir en esta decisión, minimizando el valor científico de su invención. Este tipo de prejuicios reflejaba un contexto en el cual la participación de las mujeres en ciencia y tecnología era reducida y a menudo ignorada, sobre todo cuando se trataba de una figura pública vinculada al entretenimiento.
Otras Iniciativas Científicas y la Búsqueda de Reconocimiento
Además de su patente de salto de frecuencia, Lamarr exploró otros proyectos científicos. En colaboración con Howard Hughes, Lamarr propuso un rediseño de alas para aviones, inspirado en la aerodinámica de aves y peces, que buscaba optimizar la velocidad y el rendimiento de las aeronaves. A pesar de la originalidad de sus ideas, estos intentos científicos no prosperaron más allá de su círculo privado.
La invisibilidad científica de Lamarr también se refleja en su intento de crear una pastilla efervescente que, al disolverse en agua, imitara el sabor de la Coca-Cola, un producto escaso durante la guerra. Aunque el proyecto no tuvo éxito, refleja el enfoque experimental y la curiosidad científica que la acompañaron a lo largo de su vida. En un contexto en el que las mujeres rara vez podían alcanzar el reconocimiento en estos campos, sus logros quedaban reducidos a “curiosidades” en lugar de ser considerados aportes valiosos.
El Contexto Cultural y las Barreras al Reconocimiento
El caso de Hedy Lamarr pone en evidencia cómo los estereotipos de género y los prejuicios de la época limitaron la movilidad social y el reconocimiento de las mujeres en la ciencia. A pesar de su patente y sus innovaciones, su rol como actriz en Hollywood dificultó que fuera percibida como una inventora en un campo científico. Lamarr expresó en varias ocasiones su frustración por ser valorada solo como una «cara bonita”. El contexto cultural de la época mantenía una visión limitada de las capacidades de las mujeres, especialmente en roles ajenos a los asignados tradicionalmente.
Reconocimiento Póstumo y Revalorización de su Legado
Décadas después de su fallecimiento en el año 2000, Hedy Lamarr fue finalmente reconocida por sus aportes a la tecnología de las telecomunicaciones. En 1997, la Electronic Frontier Foundation le otorgó el Premio Pioneer, y en 2014 fue incluida en el Salón de la Fama de los Inventores de Estados Unidos. Su invención de salto de frecuencia es ahora una de las bases tecnológicas para la transmisión de datos en Wi-Fi, GPS y Bluetooth, siendo fundamental en las telecomunicaciones actuales.
El legado de Hedy Lamarr es uno de los muchos testimonios de cómo las barreras de género y los estereotipos pueden retrasar el reconocimiento de contribuciones significativas a la ciencia y la tecnología. Su historia resalta la importancia de valorar el talento sin restricciones culturales, y su vida ofrece una reflexión sobre el rol de las mujeres en la innovación, recordándonos que el avance científico depende de reconocer la capacidad sin distinción de género o rol social.
Carolina Silvana Loj.
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