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Vivienne Westwood: La Punk que Terminó con Título de Dama

Este año se cumplen 83 años del nacimiento de Vivienne Westwood, la reina del punk que logró lo impensable: conquistar la moda británica, criticar a la monarquía y, en un giro irónico del destino, ser finalmente condecorada por la misma corona que tanto había satirizado.

En los años 70, Gran Bretaña estaba marcada por una crisis económica que daba pie a constantes huelgas y altas tasas de desempleo. Este ambiente fue el caldo de cultivo para el surgimiento del punk, un movimiento que canalizaba el rechazo de toda una generación a la clase política y a los valores conservadores. No se trataba únicamente de música o moda; era una reacción contra el sistema, el conformismo, la opresión y el autoritarismo de las instituciones británicas, incluido el estamento monárquico.

Vivienne Westwood logró expresar este descontento en la moda. En su tienda de ropa SEX, no solo vendía ropa, sino una identidad que se manifestaba en contra de las normas y los códigos de la época. Sus diseños tomaban elementos tradicionales británicos, como el tartán escocés y los corsés victorianos, pomposos y acartonados, transformándolos en sátiras visuales de una monarquía que la diseñadora consideraba ya obsoleta.

Los Sex Pistols, de la mano de su mánager Malcolm McLaren –pareja de Westwood y su socio en la tienda de ropa SEX–, adoptaron el estilo punk que ambos impulsaban como una declaración contra el sistema. Sus prendas desgarradas, con alfileres y mensajes desafiantes, expresaban su oposición a las normas de la sociedad británica y se convirtieron en un símbolo de esta confrontación.

No obstante, como suele suceder con los movimientos de vanguardia, la rebeldía de esta estrella del punk terminó siendo absorbida por el mismo sistema que quería destruir. En 1992, la corona británica le dio a Westwood la Orden del Imperio Británico (OBE), y en 2006 la nombraron Dama (DBE). En su primera ceremonia, fiel a su estilo, fue sin bombacha y giró su pollera frente a los fotógrafos, como diciendo: “Acepto el honor, pero a mi manera”. Un gesto que dejaba claro que, aunque la habían aceptado, no iba a dejar su toque de irreverencia.

Westwood es uno de los tantos ejemplos de la derrota de las vanguardias que nacen con el objetivo de patear el tablero pero que, tarde o temprano, terminan en las vitrinas del sistema. Así, con su corona imaginaria y su atuendo rasgado, Westwood nos recuerda que hasta la rebeldía puede acabar con un título de «Dame».

Carolina Silvana Loj.