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El legado de Leonardo Favio en un contexto de desfinanciación cultural

Por Carolina Silvana Loj

En el que hubiera sido su 84 cumpleaños, recordamos a Leonardo Favio, un creador comprometido con la verdad social y la belleza estética del cine argentino. Con una mirada crítica hacia el periodismo y una defensa incansable del arte como herramienta de transformación, su obra y su postura cobran especial relevancia hoy, ante la desfinanciación cultural y la falta de apoyo de los medios hegemónicos a la cultura y el cine.

Leonardo Favio no solo fue un artista de múltiples talentos, sino también un cineasta de una estética única que marcó un antes y un después en el cine argentino. Sus películas, como Crónica de un niño solo El romance del Aniceto y la Francisca, destacan por una composición visual donde la crudeza y la poesía conviven. Favio pintaba en pantalla escenas de atmósferas envolventes y una belleza sombría que reflejaba la intensidad de sus personajes y sus historias. Elementos como la neblina, la luz natural y los tonos terrosos dotaban a su cine de un realismo casi táctil, una estética que acercaba al público a los sentimientos y conflictos de quienes viven en los márgenes.

La relación de Favio con el peronismo fue tan profunda como natural. Para él, el movimiento representaba las voces y las luchas del pueblo, una causa que defendía tanto en sus declaraciones como en su obra. Su respaldo al peronismo no era solo ideológico, sino también afectivo: Favio sentía una identificación con esa Argentina popular y auténtica, a la que buscaba dar visibilidad desde su cine. De hecho, su documental Perón, sinfonía de un sentimiento es una obra monumental que plasma la épica y la emotividad del peronismo con un estilo y una sensibilidad única. Su cine, comprometido con la verdad y la dignidad de la gente común.

En el contexto actual, el cine nacional enfrenta un panorama crítico. Las políticas de recorte en el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), sumadas a la falta de apoyo para el cine independiente, amenazan con socavar un pilar fundamental de la cultura argentina. El INCAA, que históricamente impulsó la producción y distribución de cine local, está en riesgo de ser desmantelado, lo que debilitaría significativamente el acceso de la población a historias y voces nacionales. A su vez, el cine argentino corre el peligro de perder espacios emblemáticos como el Cine Gaumont, un lugar de encuentro y exhibición del cine nacional. Los medios de comunicación hegemónicos, en tanto, muestran poco interés en cubrir la crisis cultural que atraviesa el cine y la cultura en general, manteniéndose al margen de este debate y dejando al cine nacional en una posición cada vez más vulnerable.

Recordar a Favio hoy es un llamado a resistir esta desvalorización de la cultura en manos de políticas que priorizan lo comercial. Su obra es una invitación a replantearnos el valor del arte en la sociedad y a proteger y valorar los espacios culturales como lugares de expresión popular y de resistencia. En palabras del propio Favio, “hacer cine para el pueblo es sencillo. Basta con contarles sus propios conflictos, pero sin querer quedar bien con los críticos”. En este sentido, su legado desafía el olvido y llama a defender el cine argentino como un espacio de transformación y justicia social.

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