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José de San Martín. Unión, Fuerza y Virtud.

17 de Agosto

AL SAN MARTIN , MASON Y LIBERTADOR , EN SU DIA 

AL SAN MARTIN , MASON Y LIBERTADOR , EN SU DIA 

  • A principios del siglo XIX, la ciudad española de Cádiz era un hervidero de ideas republicanas contrarias a la monarquía absolutista española, que derivarían en la Constitución monárquica-republicana de 1812 y que incluían la igualdad de derechos entre españoles y americanos. En este paso de la España humanista y liberal contra la España clerical y reaccionaria, fueron fundamentales los aportes de las logias masónicas, en particular la Logia de Cádiz, integrada por criollos como el chileno Bernardo de O´Higgins y nuestro José de San Martín. Aún la historia no pondera lo suficiente la influencia de los latinoamericanos independentistas masones en la construcción de la España moderna. Como tampoco la importancia del liberal y masón español Rafael del Riego y Flórez, que con su sublevación de 1820 retrasó la represión sobre las colonias que preparaba Fernando VII.

San Martín fue iniciado masón en la Logia Integridad de Cádiz y, en 1808, recibió el tercer grado de la masonería, el correspondiente a Maestro. O sea que tenía un alto cargo dentro de la institución secreta. Allí el prócer establece contacto con otros compatriotas como Carlos María de Alvear, Matías Zapiola y Francisco Chilavert, que zarparon desde Londres en 1812 en la fragata Canning rumbo a una desconocida Buenos Aires. Y con el plan secreto de liberar un continente. San Martín tenía más de veinte años de intachable servicio al Rey, por lo que no es de extrañar que se le otorgase el permiso para licenciarse en el Nuevo Mundo, aunque adujo temas familiares en Lima. Sabía perfectamente que jamás lo hubiesen dejado arribar a una ciudad porteña que era el símbolo de los levantamientos en las colonias. Otra cuestión que tenía en claro era que necesitaba una estructura política, una logística que le permitiera agrupar fuerzas leales. Juega entonces la filiación masónica como crucial.

La masonería en los años de la Independencia
A grandes rasgos, la masonería tiene una vertiente simbólica, con fines rituales y formativos, y otra operativa, que alienta la conquista de los espacios de gobierno para llevar las consignas de librepensamiento, democracia, solidaridad y justicia. San Martín venía impregnado con una filosofía liberal que debía tener una concreción en la práctica, y las logias eran “un recurso para centralizar las fuerzas en sólo fin, y para mantener reatado y sumiso a todo un país en esa dirección”. Ya en Buenos Aires existía una estructura masónica muy activa en la Revolución de Mayo, la Logia de San Juan, que mantenía contactos fluídos con los hispanoamericanos de Cádiz. Por lo que las condiciones estaban dadas para que naciera la famosa Logia Lautaro, con la cabeza de San Martín, y fundamental en propagar los ideales emancipadores. Vale aclarar que su nombre no se halla inspirado en la Leyenda Araucana de Ercilla, sino que era una palabra intencionalmente masónica y simbólica que significaba “expedición a Chile”, y que solo los iniciados podían comprender. Esta es una tergiversación de ciertas historias totalizadoras que intentan borrar un pensamiento diferente, que propugna la tolerancia religiosa y, sobre todo, la lucha contra todo dogmatismo.

La influencia de la Logia Lautaro fue determinante en aquellos primeros años revolucionarios, tal como quedan representados en los artículos más libertarios de la Asamblea del Año XIII, aunque también se convirtió en un arma de poder que intentó apartar al mismísimo San Martín, enviándolo para una ofensiva suicida por el Alto Perú. Pero este desplazamiento no solo hizo que el Libertador activara una increíble red de logias independistas de ascendencia masónica, que nutrió a su tropa de militares con un alto grado de homogeneidad, sino que le permitió recorrer el país por primera vez y convencerse de un plan que llevaría la libertad a través de la cordillera y el mar. “La Patria no hará camino por este lado del Norte. Un pequeño ejército bien disciplinado en Mendoza, pasaría los Andes, y contando con el gobierno amigo de Chile, irá por mar hasta Lima. Mientras no estamos sobre Lima, la guerra no terminará. He ahí mi secreto”, le escribía a sus compañeros masones en Buenos Aires, entre ellos el director supremo Juan Martín de Pueyrredón, quien responde ante los urgentes pedidos de recursos bélicos, unos meses antes del inmortal cruce: “¡No me pida más si no quiere saber que he amanecido colgado de un tirante de la fortaleza!”.

Antes de liberar Chile, instauró la Logia Ejército de los Andes, constituída por argentinos y chilenos, criollos y mulatos, que tenía como bases según San Martín la “filantropía… estoy bien seguro de que no solamente promoverá el bien del país, sino su base, cual es el establecimiento de educación pública”. Tras la victoria de Chacabuco se asienta la Logia Lautarina en Santiago y, con la llegada a Lima en 1821, surge la Logia Paz y Perpetúa Unión. El plan continental masónico de Independencia americana se completaría con el abrazo de Guayaquil con el otro gran Libertador masón, Simón Bolívar.

Una historia por descubrir, la masonería argentina
Es conocida la negativa de San Martín de hablar en vida de su vinculación con la masonería y las sociedades secretas. El juramento masónico de silencio iba más allá de la muerte. Eso tal vez motivó la negación sistemática en las historias oficiales a partir del siglo XX, sumado a la persecución de la masonería iniciada por la Iglesia argentina y finalizada por Juan Perón, pese a que casi todos los protagonistas de la Independencia y la Generación del 80 pertenecieron alguna logia. ¿Cuál era el lema de la Logia Lautaro, que tanto hizo para que seamos libres con la espada y el alma de San Martín y tantos otros? “Unión, fuerza y virtud”.